Sin duda has escuchado ya la canción de Nebulossa que representa a España en el festival de Eurovisión 2024. Como también habrás escuchado o leído infinidad de opiniones, análisis y debates sobre lo que significa su letra y lo que representa a nivel cultural. Sin embargo, mi percepción sobre lo que significa una canción que se titula Zorra, y que repite provocadora la palabra en su estribillo una y otra vez, puede no ser la que la mayoría ha dado por buena o por mala. Por hacerte un spoiler: ni es transgresión ni es activismo. Y me explico.
Puro marketing musical de primera
Todo en esta canción está diseñado para ser la ganadora del Benidorm Fest. Se trata de una pequeña obra maestra del marketing musical, que cuenta con los ingredientes necesarios para ser la favorita del público. Tanto es así, que el jurado profesional optó por darle un empate técnico frente a su favorita, el bolero de ST. Pedro que tan bien hubiera encajado en el mercado, tras el ecléctico certamen europeo, y tal vez con opciones en el concurso siguiendo la estela de Salvador Sobral y su tema minimalista que derribó al show hipervisual del resto de países. Pero esa es otra historia, y volvamos a Nebulossa.
¿Por qué digo que el jurado sabía que iba a ser la elegida por el público? Porque tenía la fórmula mágica, compuesta a partes iguales de música y de estética: puro marketing.
Y, dentro de ese producto estudiado, de una tacada, se enarbola la bandera de la igualdad desde el punto de vista del feminismo y del colectivo LGTBIQ+… Pero, ¿es esto marketing o compromiso social?
Analizando la canción Zorra
Musicalmente, se trata de una melodía pegadiza de electropop a prueba de bombas. La escuchas y se te pega. La oyes tres veces, y te descubres canturreándola por el pasillo. Y esto, si preguntas a un productor musical, te dirá que son matemáticas: usas ciertas armonías, ritmos y escalas, un cambio de tono allí, un puente allá, y lo tienes. La música comercial actual es eso desde hace décadas, las discográficas van sobre seguro. La música indie y los cantautores son otra cosa, por eso son indies y cantautores. Y si hablamos de productores… pues eso es lo que es exactamente el 50% del dúo Nebulossa, Mark Dasousa (nombre artístico de Lorenzo Giner Puchol, productor musical de Atomic Studio).
La letra es otra de las jugadas maestras del marketing de este producto: repetir una palabra epatante hasta la saciedad y saber que va a ser polémica desde el segundo uno. Y aquí, probablemente, la única sorpresa es comprobar cómo ha suscitado controversia en todos los sectores y sensibilidades, desde los más conservadores hasta los más progresistas, en un apasionante debate sobre la significación o resignifación del término “Zorra”. (Dejo caer por aquí que para mí era simple ironía, pero no insisto, que me acusan de mansplanning, como poco, y la percepción depende del sesgo de cada uno). Además, si era ironía, activismo o banalización es precisamente la esencia de este post, por eso volveremos a este aspecto más adelante. Vamos a terminar el cóctel con algo relacionado con este supuesto mensaje de la canción…
Estéticamente, la jugada también es maestra por la utilización de todos los iconos necesarios para ganarse al público eurofan. Una diva de mediana edad, con rubio platino a lo Madonna, un hombre también rubio platino (para la ocasión, decisión marketiniana, si ves sus fotos de hace unos meses más abajo) y un dúo de bailarines, con atuendos fetichistas, dentro del arquetipo que podrías encontrarte en el escenario de un Pride.
Bueno, no soy quién para dudar de las buenas intenciones del grupo, pero no creo que sean casualidad todos estos ingredientes. Y eso habla bien de su profesionalidad. Sobre todo, si sabes perfectamente que el grueso del público al festival van a ser gais, reconocido por ellos mismos y por TVE en un reportaje del Telediario horas antes de la final, que hablaba de entorno a un 80% de este colectivo entre los asistentes en Benidorm, así como en la comunidad en redes sociales.
Nebulossa era la favorita y el estribillo Zorra era más celebrado, y cantado a voz en grito, más por los LGTBI+ que por las mujeres hetero. Y aquí es a dónde quería yo llegar…
Contracultura vs. Mainstream: Por qué la canción Zorra no es lo que parece
Si atendemos a la reivindicación del derecho de las mujeres a vivir su vida como quieran, en una primera impresión, el tema parece ser digno de las canciones protesta de los años 70, o un himno activista contra el sistema… ¡Contracultura! Pero, en realidad, es justo lo contrario.
Dejemos a un lado el uso mercantilista del feminismo, y su corrupción ideológica, para ganar un concurso televisivo y hacer dinero en discos y giras, algo capitalista donde lo haya, y centrémonos en la definición de contracultura frente a cultura dominante. Y vamos a hacerlo comparando con otros momentos de la historia. Empezando por la canción Me gusta ser una ZORRA, de Las Vulpess.
Aquél año de 1983, en horario infantil, TVE nos sorprendió con la actuación de un grupo que hizo cesar a un periodista de enorme prestigio como Carlos Tena. Su pecado, haber tenido la osadía de mostrarnos la escena musical de vanguardia, siendo él como era reconocido por su programa Clásicos Populares (Sí, de música clásica). Aquello fue un escándalo que llegó a toda la prensa, y si no fue mayor seguramente fue porque no había redes sociales. Su vocación de epatar sin paliativos era muy diferente a la irónica e irrespetuosa pero divertida "quiero ser santa" de Parálisis Permanente.
Es el contexto...
Y es que el contexto de 1983 y de 2024 es totalmente diferente. Las Vulpess eran un grupo punk vasco con pésima técnica (lo normal en tiempos de La Movida) pero mucha rebeldía. Vestirse con cueros e imperdibles y gritar presumiendo de ser zorra no era tan fácil cuando sólo se llevaban cinco años de democracia, el franquismo sociológico seguía en la calle, y los últimos 40 años habían sido una dictadura nacionalcatólica. Eso fue transgresor, y no hacerlo hoy después de 40 años de democracia plena, por no decir plenísima en libertades.
Por eso llama la atención que las mayores críticas a la canción le hayan llegado al grupo desde la izquierda y el feminismo (del otro lado ya se suponían), otrora defensores a ultranza de la libertad de expresión, y la sexual, y hoy enzarzadas en una cultura de la cancelación difícil de explicar (y que no abundaré aquí, aunque hasta Naomi Klein la denuncia en su nuevo libro y no solo culpando a la ultraderecha).
Esto lleva a la conclusión o argumento final de este caso de estudio: La canción ZORRA es un ejemplo patente de cuál es la cultura dominante en la España de 2024.
Hagamos un inciso para explicar la definición antropológica de la palabra Cultura (que no es el arte o la intelectualidad o conocimientos, que también).
Grosso modo, la Cultura son los usos y costumbres, algunas convertidas en norma, que se dan en una relación social entre grupos de personas. Como define E. B. Tylor (1871): “El conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto a miembro de la sociedad”.
Y en cada época ha habido una cultura dominante, que hoy llamamos pedantemente mainstream. Es aquella que sin necesidad obligatoriamente de leyes que la impongan, se convierten en la forma común y aceptada mayoritariamente en el día a día. Pongamos por ejemplo llevar sombrero: hubo un tiempo en que era imprescindible más allá de que hiciera sol o lloviera, porque era un convencionalismo. Hoy o no se usa, o se usa por razones prácticas, o como forma de pertenencia y estatus (beisbolera en los raperos, gorro bucket en los skaters, gorro de lana de leñador los hipsters…) lo que precisamente es un uso cultural.
Bien, explicado esto, es fácil entender el concepto contracultura lanzado por el filósofo Theodore Roszak en su libro de 1968. La fecha es muy relevante, porque coincide con la revolución de Mayo de ese año en Francia y la Primavera de Praga, y se mantiene con la llegada del punk en los 70 por Reino Unido. Sí, el Punk que tardó en llegar a los 80 en España con aquellas Vulpess… un movimiento cultural (no solo artístico) que luchaba contra la cultura dominante en esos años de tardía posguerra y trajes con corbata para ir a trabajar. Y aunque hay muchas implicaciones ideológicas en el concepto de contracultura, como la subversión y la lucha contra el sistema en su conjunto, el resumen es que alguien decide salirse del tiesto y dejar de ser parte de la masa cultural.
Bueno, no hace falta irse muy atrás. En 2012, la primera edición del Benidorm Fest tuvo como favorita del público (y entonces el jurado no quiso ceder) una canción "indie" de mensaje "feminista", aquella Ay, Mamá en la que se sacaba una teta Rigoberta Bandini.
Artista que ese mismo año ya había triunfado con el tema “PERRA”, que en esencia, y con más disimulo poético, reivindica lo mismo que la “ZORRA”.
Pero hay más: ese mismo año, en abril, la cantante Zahara era noticia (¿escándalo?) por su tema MERICHANE, térnino que se usa en algunos pueblos para referirse a una puta, que se incluye en el álbum, precisamente titulado PUTA (que también incluye Esto no es una canción política). ¿El tema? Nuevamente, es un alegato feminista a la libertad de la mujer para no ser juzgada. Más poética y elaborada, pero igualita de fondo a ZORRA.
Y luego está el gusto y lo ordinario…
Evité decir “malsonante” en el párrafo anterior a propósito. Pero otra de las características de nuestra cultura dominante es el feísmo, y lo que hace unos años llamaríamos, de forma elitista hoy, “lo ordinario” o “la ordinariez”. Es evidente, al mirar a nuestro alrededor, que hoy lo ordinario es lo que, en otra de sus acepciones del adjetivo, es lo normal. Ya sé que es una cuestión de gustos, pero pondré unos ejemplos rápidos.
- La estética del chandal, por muy LV que sea, o los adornos en los dientes o en las uñas imposibles de Rosalía…
- Los influencers de comida que han pasado del foodporn del plato con ínfulas de michelín al mira-cómo-te-pones-gocho con, por ejemplo, el cachopo más grande de España…
- Las series de HBO, Netflix o Amazon donde se acabó el mundo ideal y vemos lo underground sin pudor (Generation, Euphoria...), como ciertas escenas de las que habrás oído algo de la exitosa Saltburn y su escena de la bañera…
- O este libro tan explícito titulado “mientras haces caca” que esta misma semana he visto expuesto en una librería de las principales, editada por el Grupo Planeta (puro Sistema)…
- Y si te parecen pocos ejemplos, escucha hablar a la gente joven y descubre el significado de PEC o Servir C…
Es lo que hay
Concluyo por tanto que la cultura dominante, y no haré una valoración sobre ello más allá de la que se pueda deducir implícitamente de mis palabras, a mi pesar, que intentan ser objetivas, está claro que es lo que antes mi madre, que en gloria esté, llamaría “chabacano”.
Ser explícito ya no es transgresor ni rebelde, es lo normal. Y en poco o nada recuerda al esfuerzo (necesario por la censura) de Luis Eduardo Aute al componer una canción que habla de fusilamientos al amanecer envuelto en un poema de amor al alba…
Por último: De la visibilidad e inclusión al estándar
Y es que la sociedad, y por ende su cultura, está en permanente cambio y evolución. Y uno de los cambios a los que hemos asistido en nuestra generación es el peso de las políticas y la lucha por la inclusión, la diversidad y la igualdad, para dar visibilidad y empoderar a ciertos colectivos. Política que ha dado como resultado una cultura dominante (ojo a las reacciones que suscita el llamado movimiento “woke”) en la que lo raro es que estos colectivos no tengan representación. Pongan ustedes la televisión, ya sea en abierto o de pago, y compruébenlo. Vean los concursantes en cualquier reality tipo Master Chef, Maestros de la Costura u Operación Triunfo (en 2023, de los 16 participantes, cinco hetero), y díganme si son la excepción o la norma.
Y, en cuanto al feminismo, no puede haber más demostración de que forma parte del sistema cuando hasta hay un ministerio dedicado. (Que yo no digo que no haga falta, ni que se hayan resuelto todos los problemas de igualdad, solo constato).
Con o sin darnos cuenta, esa es nuestra cultura mainstream. Y por eso, la canción de Nebulossa nos representa, o refleja, perfectamente en Eurovisión como sociedad. Guste o no. Como dice una amiga mía: “a la realidad le importa una porra lo que tu creas”.
Bonus Track: las parodias, pura cultura y contracultura... ¿Pero, cuál?
Hasta aquí llegó mi tesis sobre la canción de Eurovisión y la cultura dominante. Para demostrarla seguramente tendría que hacer un estudio sociológico más profundo. Para derribarla, tú también. Pero queda abierto un debate para el futuro en el que aún hay un ejemplo más que quiero mostrarte. A rebufo del viral de Nebulossa salieron dos parodias. Una que demuestra que la transgresión hoy es algo tan oficial que hasta una televisión pública se permite el lujo de insultar a una presidenta autonómica cambiando la palabra ZORRA por FACHA. Y no pasó nada, señal de que no hay fascismo.
La otra, que hay que ver si te ha interesado este post, es el vídeo titulado CERDO en el que dos hombres heteros responden a la letra, y el mensaje, de ZORRA.
Comentarios
Tu respuesta además es de gran valor, razonada y documentada también. Has completado la información del post con datos muy interesantes que no me había parado a pensar.
Ahora solo queda esperar a ver qué pasa en el certamen y después.
Un abrazo.
J