Aviso: este post se publicó anteriormente en Cooking Ideas, el blog de Vodafone en el que colaboro semanalmente.
Parece una pregunta retórica, a la que cualquiera respondería que si. Hay que ser simpático en las redes sociales, como hay que serlo en la calle, en la escalera con los vecinos o en el trabajo. ¿Verdad? Es una cuestión de educación, y de sentido común. Egoísmo interesado si me apuras, para lograr ser aceptado por los demás, que te dejen jugar con ellos…
A nivel personal, cada uno sabrá lo que hace. Unos podrán ser simpáticos y no querrán, otros querrán serlo y no podrán, y otros lo serán pero no a todo el mundo se lo parecerá. Siempre digo que lo mejor es mostrarse como uno es en cada momento, asumiendo sus faltas y carencias cuando las tenga ya que si es desde la honestidad, nada se le podrá reprochar.
El problema viene cuando lo personal y lo profesional se mezcla. Cuando las personas son profesionales que venden algo y son juzgados por sus actos y palabras por sus fans y por su competencia. Y si hablamos de Social Media Marketing puro y duro, las marcas se comportan en parámetros de personas y parece, digo parece, que deben intentar ser simpáticos. Pero, ¿qué es ser simpático y para qué sirve en Social Media? La semana pasada, hablaba de las distintas formas de escuchar de las personas y cómo se trasladaba eso al universo Twitter, y en otro post de Guy Kawasaki para Cooking Ideas, amplía el tema de la inteligencia emocional y cómo implementar la empatía en nuestras relaciones sociales. Ambas son actitudes que nos ayudarán a ser o no ser simpáticos, como forma de conseguir nuestras metas y un lugar sino destacado, al menos respetado. Aunque hay dos matices muy importantes que me gustaría comentar.
La simpatía es involuntaria, la empatía no. No es fácil ser simpático de forma automática, ni podemos hacer mucho por que alguien nos resulte simpático. La simpatía supone que no sólo aceptamos y entendemos la forma de ser de alguien, sino que lo compartimos como nuestro. La empatía sin embargo, supone en muchos casos un esfuerzo personal, por intentar entender al otro, aunque no compartamos sus posiciones. Puedo ser empático con alguien que no me cae simpático, y respetar sus posturas.
Lo segundo, derivado de esa voluntariedad de la empatía, es decidir qué parte de responsabilidad debemos asumir cuando no parecemos ser simpáticos. Si es nuestra actitud, o si es la del otro, que en lugar de escucharnos con empatía y asertividad, nos observa con prejuicios y agresividad.
Prefiero ser auténtico que simpático.
Vamos a poner un par de ejemplos tuiteros para entender este asunto. Dos muy conocidos y sonados incluso entre los que no usan esa red social que algunos dicen que no es red social. David Bisbal y Arturo Pérez Reverte. Ambos, fueron protagonistas de miles de tuits a partir de sendas “declaraciones” en Twitter que “los tuiteros” si es que ese ente existe, consideraron desafortunadas, aunque con resultados dispares.
David Bisbal, se supone, porque quizá escriba alguien por él, se expresó torpemente sobre la revolución en Egipto y al verse atacado, contestó de mala manera, borró la mala respuesta, y generó cientos de tuits riéndose de él. No fue simpático según muchos en la red consideran que hay que serlo. Es decir, dejando que te insulten una y otra vez porque para eso eres un personaje público. A mi, sinceramente, me pareció muy desproporcionada la broma, y sobre todo, me pareció un ejercicio de cinismo colectivo muy fuerte el que pidamos a los personajes, instituciones o marcas que se muestren como son en el social media, y no seamos capaces de respetarles como si los tuviéramos frente a frente. Está claro que a quienes no les cae bien Bisbal, a quienes no les resulta simpático, les cuesta escucharle con empatía y asertividad. Pero eso no impide que Bisbal, tenga más de un millón de seguidores en Twitter, que seguramente son más que todos los de sus detractores sumados.
Pérez Reverte. Si Bisbal, pese a su posible torpeza comunicativa, está claro que hace lo posible por ser simpático a sus fans, regalando saltos y sonrisas, la actitud del escritor es claramente diferente. Cualquiera de sus (para mi fantásticos) artículos de “Patente de Corso” destilan un estilo ácido, mordaz y poco complaciente que en nada facilitan que el personaje caiga simpático, sobretodo si no coincides con sus ideas, que suele tener muy claras y defender sin miedo. Sin embargo, su tuit sobre Moratinos , tras propagarse como la pólvora, acabó haciéndole ganar miles de nuevos seguidores. No sé si eso es ser simpático o no…
¿Entonces, qué es lo que hay que hacer para ser simpático?
Pues creo que ya lo he dicho, la mejor forma de intentar (que no te garantiza conseguirlo) ser simpático es ser auténtico y sobre todo, constante. Lo peor del caso Bisbal, es que parecía que el comentario era fictício y oportunista, y por ello, simple. Parecía falso. Mientras que el comentario de Reverte, además de creíble, era totalmente atribuible a él y lo que hacía, en términos publiciarios, era “reforzar sus atributos de marca”. Por desgracia para Bisbal, un comentario simple lograba el mismo efecto en él, porque ese no es su posicionamiento. Para más “inri“, Reverte mantuvo sus posiciones, y Bisbal intentó disimularlas.
Así, que lo que yo recomendaría a una marca o personaje público que quiera ser simpático en redes sociales, es simplemente ser auténtico y constante. Posiciónate en donde tengas que estar, y comunica de forma constante en esa dirección. Mantén una postura constante que todo el mundo acepte como tuya, guste o no. Porque ni siendo el más popular del mundo evitarás que a uno o a miles les caigas mal. Es la condición humana.
Y para mantener una posición firme y creíble, hay que ser valiente a la hora de mantener tus posturas, sin querer contentar a todos o camuflar lo que eres o no eres. Aquí, vuelve a salir a relucir la cuestión de la asertividad, pues al explicar esta actitud la Wikipedia afirma (sin citar al autor) que se basa en una serie de “Derechos de la Persona” que te recomiendo leas entera, a partir de la cual yo crearía un decálogo de “Derechos del Usuario de Redes Sociales”, Ahí van:
- Derecho a decir la verdad. Aunque moleste a los demás.
- Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
- Derecho a equivocarse y a hacerse responsable de sus propios errores.
- Derecho a tener sus propios valores, opiniones y creencias.
- Derecho a experimentar y a expresar los propios sentimientos y emociones, haciéndose responsable de ellos.
- Derecho a cambiar de opinión, idea o línea de acción.
- Derecho a protestar cuando se es tratado de una manera injusta.
- Derecho a cambiar lo que no nos es satisfactorio.
- Derecho a detenerse y pensar antes de actuar.
- Derecho a elegir entre responder o no hacerlo.
Comentarios
Un saludo.
La necesidad de indentificación del espectador hace que si el "artista" sea alguien con opiniones vagas sobre todo, opiniones simpáticas pero muy poco comprometidas excepto con aquello que sea obvio claro "solidaridad con los muertos de X".
Si se sigue esa norma esa posibilidad de identificación es más sencilla así que cada "fan" puede rellenar los huecos como le plazca.
No ahce falta recurrir a Justin Bieber para ello, tenemos una fantástica película en la que ese fenómeno psicológico acaba haciendo mella hasta en el presidente de los EUA o la caricatura al uso de Greenspan Bienvenido Mr. Chance
saludos
http://dalecalor.blogspot.com
Un saludo y buen post.