Lo que voy a contar es rigurosamente cierto. Parece una historia de terror propia de estas noches de fin de verano, para contar en la playa, pero no. Es real.
Después de 15 años en esta profesión, no se si la capacidad de asombro es ilimitada, o es que no he aprendido nada en todo este tiempo.
Si la historia del kungFú que os conté hace unos meses fue esperpentica, esta ya es de juzgado de guardia.
He dudado todo el mes de agosto si debería contarla o no, pero al fin, y ya superado el trauma, no me resisto. Queda a vuestro juicio decidir si realmente soy muy torpe o el psicópata soy yo o el fotógrafo...empieza así:
La última semana de julio, contratamos a un fotógrafo especializado en decoración para la realización de una sesión de fotos en unas instalaciones de fuera de Madrid.
Aunque nunca habíamos trabajado con él, teníamos referencias por compañeros de profesión, nos habíamos reunido con el en nuestras oficinas, visto su book, su web...no era un chaval joven, ya peinaba canas y sus referencias incluían algunas de las mejores revistas del sector...
El presupuesto que nos envió era ajustado, y sin mediar regateo ni negociación por nuestra parte (política de empresa en COM&IC, si el precio es bueno no se presiona), se acepta y se encarga el trabajo.
La sesión en sí era una jornada completa. En la misma, estaría acompañado por un director de arte que le ayudaría en su trabajo, le daría las instrucciones, etc.
El trabajo se realizó de forma eficaz, fluida y con un trato cordial. Se le invitó a comer en un buen restaurante de la zona...ningún problema.
Como las fotos se entregarían en formato digital, tras un primer proceso de ajuste y retoque, se pactó un plazo de tres días hasta el lunes siguiente para entregarlas en la agencia.
Llegó el lunes, el martes, el miércoles...sin noticias del fotógrafo y el viernes empezábamos las vacaciones. Antes de irnos, deberíamos entregar el material para que los programadores realizaran la web site, la agencia de comunicación un press kit...etc.
Evidentemente, le llamamos, y sin mucha preocupación ni sorpresa, nos dice que al día siguiente nos llevaba las fotos.
Jueves, 2 de agosto.
Efectivamente, el jueves por la mañana se presenta en la agencia, con un CD y una factura.
A regañadientes se queda, y si, el CD abría, las fotos estaban..pero a 2 x 3 cms y 72 ppp.
(Para los que no sepan de esto: unas fotos útiles para algo tienen que estar como mínimo a 10 x 15 cms y 300ppp. Las fotos que nos entregaba no servían absolutamente para nada, ni para un boceto elemental. Era imposible saber si estaban enfocadas, iluminadas...nada, como un sello de correos)
Sin salir de mi asombro, me giro y le pregunto dónde están las fotos buenas. Que esas como icono del archivo vale, pero que no puedo trabajar con ellas.
(Para los que no estén acostumbrados. No hay ninguna norma sobre las formas de pago. Normalmente es algo que se acuerda antes de hacer el trabajo. Si no es así-y en este caso el presupuesto no lo indicaba- se supone buena fe de ambas partes, y como mínimo, se concede un plazo prudencial desde la entrega y factura, tanto si es contado como si el cliente tiene como norma pagar a 30, a 60 o a 90 días...)
Llega la tarde, y tras diversas llamadas, no responde al teléfono. No es preocupante ya que se supone que mañana nos las trae...
.....
Viernes 3 de Agosto. A las 15:00 empiezan nuestras vacaciones...
El último día de una agencia que cerrará tres semanas es algo así como una maratón. Hay que dejar muchas cosas entregadas y listas para que no se note la ausencia. El tiempo corre muy deprisa...y el fotógrafo no aparece.
A media mañana, comienzo a llamarle, pero no contesta a ninguno de sus teléfonos.
Empiezan los nervios...
Preocupado por no poder cumplir yo los compromisos con mi cliente, le envío un sms:
Mi móvil, bendita tecnología, es de los que dan acuse de recibo. El mensaje lo ha recibido.
Pasan las horas...no hay noticias...nervios. El cliente llama y pregunta...no puedo decirle nada.
Otro sms:
Llegan las tres de la tarde. Cerramos por vacaciones. Hemos fallado en la entrega. Sería la primera vez en 15 años que fallo a un cliente...esto no lo puedo permitir.
Empiezo a "machacar" el móvil...hasta que queda claro que lo ha apagado.
Sábado 4...dejo cuatro mensajes en su contestador, hasta que lo desconecta.
Domingo 5...imposible dejar mensajes, ya ni enciende los teléfonos.
El lunes 6.
En teoría, yo debería estar volando a mi destino de vacaciones, pero no puedo hacerlo sin solucionar ese tema. En el peor de los casos, tendría que repetir el trabajo esa semana con otro fotógrafo.
Ni corto ni perezoso, me presento en su estudio, pero no hay nadie..o no me abren la puerta.
Así que llega el momento de tomar medidas, y le envío el siguiente mail:
Para los que piensen que era una medida exagerada, hay que explicar algunas cosas. En primer lugar, existia un contrato de plazos con nuestro cliente, que en caso de incumplir nos penalizaba económicamente. En segundo lugar, cualquier gestión que realizara desde el viernes anterior, sería en periodo de vacaciones (que no tienen precio después de un año)...por no decir que tener que repetir una jornada de 10 horas fuera de Madrid también supone un coste adicional.
Bien....pues mañana os cuento la segunda parte...
Después de 15 años en esta profesión, no se si la capacidad de asombro es ilimitada, o es que no he aprendido nada en todo este tiempo.
Si la historia del kungFú que os conté hace unos meses fue esperpentica, esta ya es de juzgado de guardia.
He dudado todo el mes de agosto si debería contarla o no, pero al fin, y ya superado el trauma, no me resisto. Queda a vuestro juicio decidir si realmente soy muy torpe o el psicópata soy yo o el fotógrafo...empieza así:
La última semana de julio, contratamos a un fotógrafo especializado en decoración para la realización de una sesión de fotos en unas instalaciones de fuera de Madrid.
Aunque nunca habíamos trabajado con él, teníamos referencias por compañeros de profesión, nos habíamos reunido con el en nuestras oficinas, visto su book, su web...no era un chaval joven, ya peinaba canas y sus referencias incluían algunas de las mejores revistas del sector...
El presupuesto que nos envió era ajustado, y sin mediar regateo ni negociación por nuestra parte (política de empresa en COM&IC, si el precio es bueno no se presiona), se acepta y se encarga el trabajo.
La sesión en sí era una jornada completa. En la misma, estaría acompañado por un director de arte que le ayudaría en su trabajo, le daría las instrucciones, etc.
El trabajo se realizó de forma eficaz, fluida y con un trato cordial. Se le invitó a comer en un buen restaurante de la zona...ningún problema.
Como las fotos se entregarían en formato digital, tras un primer proceso de ajuste y retoque, se pactó un plazo de tres días hasta el lunes siguiente para entregarlas en la agencia.
Llegó el lunes, el martes, el miércoles...sin noticias del fotógrafo y el viernes empezábamos las vacaciones. Antes de irnos, deberíamos entregar el material para que los programadores realizaran la web site, la agencia de comunicación un press kit...etc.
Evidentemente, le llamamos, y sin mucha preocupación ni sorpresa, nos dice que al día siguiente nos llevaba las fotos.
Jueves, 2 de agosto.
Efectivamente, el jueves por la mañana se presenta en la agencia, con un CD y una factura.
J: "Hola C. Pasa y vamos a ver las fotos"
F: "No, para qué, si seguro que el CD abre y están bien"
J: "Ya, ya..no lo dudo, pero no sería la primera vez que el CD no abre, o está cambiado o pasa algo...pasa y lo comprobamos en un minuto"
F: "UY...con todos los ordenadores que tienes aquí, seguro que en alguno abre"
J: " Ya, claro, pero espera un minutito y nos quedamos tranquilos que mañana nos vamos"
A regañadientes se queda, y si, el CD abría, las fotos estaban..pero a 2 x 3 cms y 72 ppp.
(Para los que no sepan de esto: unas fotos útiles para algo tienen que estar como mínimo a 10 x 15 cms y 300ppp. Las fotos que nos entregaba no servían absolutamente para nada, ni para un boceto elemental. Era imposible saber si estaban enfocadas, iluminadas...nada, como un sello de correos)
Sin salir de mi asombro, me giro y le pregunto dónde están las fotos buenas. Que esas como icono del archivo vale, pero que no puedo trabajar con ellas.
F:"No te preocupes, cuando quieras te las doy"
J: "Vale...¿pero porqué no me las has traído hoy si corren prisa desde el lunes?...en fin...esta tarde te llamo y me acerco a tu estudio a por ellas, o me las traes mañana"
F:" Vale, yo te doy un CD con las fotos. por cierto...¿esto como se cobra?"
(Para los que no estén acostumbrados. No hay ninguna norma sobre las formas de pago. Normalmente es algo que se acuerda antes de hacer el trabajo. Si no es así-y en este caso el presupuesto no lo indicaba- se supone buena fe de ambas partes, y como mínimo, se concede un plazo prudencial desde la entrega y factura, tanto si es contado como si el cliente tiene como norma pagar a 30, a 60 o a 90 días...)
J. "Pues este trabajo se cobrará al contado. Pero como mañana nos vamos de vacaciones y tenemos que facturarlo al cliente primero, supongo que no lo cobraremos hasta final de mes, cuando volvamos"
F. "Ah, vale, no hay problema".
Llega la tarde, y tras diversas llamadas, no responde al teléfono. No es preocupante ya que se supone que mañana nos las trae...
.....
Viernes 3 de Agosto. A las 15:00 empiezan nuestras vacaciones...
El último día de una agencia que cerrará tres semanas es algo así como una maratón. Hay que dejar muchas cosas entregadas y listas para que no se note la ausencia. El tiempo corre muy deprisa...y el fotógrafo no aparece.
A media mañana, comienzo a llamarle, pero no contesta a ninguno de sus teléfonos.
Empiezan los nervios...
Preocupado por no poder cumplir yo los compromisos con mi cliente, le envío un sms:
3/8 11:11
"Necesito las fotos hoy. Por favor dime algo."
Mi móvil, bendita tecnología, es de los que dan acuse de recibo. El mensaje lo ha recibido.
Pasan las horas...no hay noticias...nervios. El cliente llama y pregunta...no puedo decirle nada.
Otro sms:
3/8 14:18
"Muy bien C. hemos quedado fatal. Ya me explicarás."
Llegan las tres de la tarde. Cerramos por vacaciones. Hemos fallado en la entrega. Sería la primera vez en 15 años que fallo a un cliente...esto no lo puedo permitir.
Empiezo a "machacar" el móvil...hasta que queda claro que lo ha apagado.
Sábado 4...dejo cuatro mensajes en su contestador, hasta que lo desconecta.
Domingo 5...imposible dejar mensajes, ya ni enciende los teléfonos.
El lunes 6.
En teoría, yo debería estar volando a mi destino de vacaciones, pero no puedo hacerlo sin solucionar ese tema. En el peor de los casos, tendría que repetir el trabajo esa semana con otro fotógrafo.
Ni corto ni perezoso, me presento en su estudio, pero no hay nadie..o no me abren la puerta.
Así que llega el momento de tomar medidas, y le envío el siguiente mail:
Asunto: plazo de 24 horas
Tras innumerables intentos de hablar contigo, mensajes en tu contestador, sms, y visitas a tu estudio, te comunico que si en el plazo de 24 horas no he recibido una explicación satisfactoria por tu parte sobre la entrega de las fotos, pasaré el asunto a mis abogados para que te reclamen judicialmente los daños causados, que cada día son mayores.
No entiendo que hayas forzado esta situación, pero estoy obligado a defender mis intereses, los cuales estás perjudicando gravemente.
Quedo a la espera de tus noticias.
Para los que piensen que era una medida exagerada, hay que explicar algunas cosas. En primer lugar, existia un contrato de plazos con nuestro cliente, que en caso de incumplir nos penalizaba económicamente. En segundo lugar, cualquier gestión que realizara desde el viernes anterior, sería en periodo de vacaciones (que no tienen precio después de un año)...por no decir que tener que repetir una jornada de 10 horas fuera de Madrid también supone un coste adicional.
Bien....pues mañana os cuento la segunda parte...
Comentarios
Espero ansioso la segunda parte de la historia, y ojalá no os hiciera mucho daño el asunto.
Yo y mi compañero empezamos a currar como freelances para una empresa bastante grande que acaba de adquirir un banco muy muy grande, y después de que acordasemos un precio y nos pusieran a currar hemos comprado un iMac para poder hacer el trabajo... cuando de pronto hemos empezado a dejar de tener noticias de ellos, cada vez sabemos menos, y ya empiezo a pensar que el iMac nos lo vamos a comer con patatas y que las 90 horas que llevamos trabajadas entre ambos no las vamos a ver recompensadas por ningún sitio...
esta parte de la historia es relativamente normal en comparación con el desenlace...no te lo pierdas.
Un saludo,
J.
C. merece ser denunciado y llevado a juicio para que os pague una buena indemnización por daños y perjuicios.
Luego para rizar el rizo, le hacéis una campaña de publicidad one2one para que no lo contrate nadie, así seguro que no se lo vuelve a hacer a nadie.
Un saludo y en espera del desenlace :D