Seguro que has visto Pretty Woman, una de las películas que más veces emiten por televisión (hasta 2014, más de 157 veces) y que siempre acaba siendo líder de audiencia. En El Buen Capitalista cito algunas películas clásicas que enmarcan algunos conceptos básicos del marketing y la economía. A esas películas, se podría añadir esta.
El personaje de Richard Gere es el típico ejecutivo agresivo y sin escrúpulos de los 80, que presume de comprar empresas en dificultades, trocearlas y ganar mucho dinero con ello. Especulación pura donde sólo manda el dinero.
No sólo no se avergüenza sino que se compara con lo que hace ella: "ambos j***** a otros por dinero".
En una escena, Vivian (Julia Roberts) se extraña de que sea millonario si "no fabrica ni construye" nada. Ha descubierto el lado más oscuro del capitalismo, el especulativo.
Crear riqueza y algo más
Cuando en el libro se afirma que el Capitalismo ya no es lo que era, trata de explicar además que una cosa son "los mercados" y otra "el mercado". Que aunque sigan habiendo grandes corporaciones financieras y bolsas de valores, el mercado del día a día está compuesto por una pléyade de millones de empresas y pequeños emprendedores que aportan valor con lo que hacen, y empleo. Y en muchos casos, como descubrirás leyéndolo, solucionan problemas de la sociedad con sus productos. Ellos son "los que fabrican cosas o construyen". Para la mayoría de ellos, el sector financiero es fundamental para poder emprender o crecer. Ahí es cuando no son simples especuladores, sino que son socios fundamentales. Algunos de esos servicios financieros ya solo quieren trabajar con empresas responsables y sostenibles, porque son las que tienen futuro claramente. Es lo que se conoce como Inversión Socialmente Responsable.El final de la película ya lo conocerás (si no, viene spoiler): en la parte romántica (con tinte machista propio de la época) él la salva a ella "de la calle", pero ella le salva a él de esa falta de ética. Y en su última negociación, después de forzar manipulando la situación con tráfico de influencias a que la parte contraria venda su empresa, decide no especular sino conservarla para "fabricar y construir" cosas juntos.
La escena final es una reivindicación de los cuentos de hadas. Ojalá se hagan realidad si son como este.
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