Y no me refiero a la típica “Compañía líder en su sector” sino a empresas dirigidas por personas que ejercen su liderazgo más allá de las órdenes. Definamos Cliente como el directivo que te encarga un trabajo (CEO, gerente, director de marketing, dueño del chiringuito…) y líder como alguien capaz de convencerte con argumentos y no con presiones. ¿Conoces alguno? Entonces guárdalo porque es un tesoro.
Un cliente líder, no es que tenga las ideas claras, es que tiene una estrategia. Sabe lo que quiere conseguir al final de cualquier acción, por puntual que sea. Por eso no da bandazos y te cambia el briefing o al final del trabajo te dice que aunque hayas cumplido objetivos, no está contento.
Un cliente líder, te convence a ti de lo que hay que hacer y logra sacar de ti la mejor forma de hacerlo. Los detalles como las frases del copy son cosa tuya, pero el objetivo lo marca él y tú lo ves claro.
Un cliente líder, no solo habla de equipos, entiende que el empleo indirecto no es una estadística. Cuando toma decisiones de presupuesto, plazos o exigencias, sabe que eso afectará a las personas que trabajan también en las empresas a las que contrata. No se lava las manos.
Un cliente líder tiene, o experiencia, o confianza. La experiencia siempre es un grado y cuando ves que la tiene, crees en sus órdenes. Y cuando tú tienes más experiencia que él, o él no tiene ninguna, entonces te deja liderar a ti.
Por desgracia, he conocido pocos clientes líderes. Y lo malo es que cuando no lo son, por miedo a perder su silla, imponen su criterio por el artículo 33. Da igual que su equipo sea un atajo de becarios inexpertos y él no sepa lo que significa posicionamiento o ROI. Es el jefe, el que paga, el que manda.
Pero no es un líder.
Epílogo: Cuando trabajas para un líder, o tienes mucho ego, o lo haces encantado. Cuando trabajas para un jefe que paga, ni cobrando la factura eres feliz.
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