No es lo mismo darse prisa que precipitarse. No es lo mismo ser ágil que improvisar. El gran mal de nuestro tiempo y de nuestro mercado publicitario es la falta de previsión. Los planes de marketing anuales son los padres y aquí se trabaja a golpe de ocurrencia. Total, si el creativo tiene internet, puede hacerlo en un ratito.
No hay mayor placer para los que disfrutamos haciendo lo que hacemos que tener tiempo para ello. Echarle horas, trabajar más en lo que me has pedido.
No debería ser difícil de entender para un director de marketing. Aunque para darle tiempo a su agencia, ese director de marketing ha tenido que dedicarse tiempo a sí mismo, y a su marca, para pensar bien qué es lo que quiere y para cuándo lo necesita.
Y no, no hay nada que vaya a arruinar tu negocio porque no te haga mañana lo que me has pedido hoy. En todo caso, no será responsabilidad mía, sino tuya, por no haberlo tenido previsto. No llames profesionalidad a la ocurrencia de última hora o a la alerta de tu dead line en Google Calendar. Si tu negocio se va a pique, culpa al patrón, no al marinero.
Tal vez a ti te guste trabajar sentado en una bomba de relojería, pero la publicidad es otra cosa. Es estrategia antes que táctica, y es planificación de temporadas y lanzamientos.
P.D. Se recuerda a todos los directores de marketing que en diciembre es Navidad. Y en febrero Carnaval. Y en marzo el Día del Padre... Semana Santa...
Foto de Dirk Knight (Creative Commons) en Flickr.
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