Hace unos días, un nativo digital me contaba el origen de la siesta española.
Le habían explicado que hace mucho, mucho, tiempo los españolitos tenían que conseguir un segundo trabajo para por las tardes, ya que con lo que ganaban en sus empleos de mañana no les daba para vivir. Así que iban a casa, comían, dormían un ratito, y volvían a empezar la segunda jornada.
Cuando terminó de contarme, le dije: "Eso se llamaba pluriempleo. Mi padre era uno de esos pluriempleados. Por la mañana iba a su puesto de funcionario, y por las tardes daba clases en una academia."
Se me quedó mirando como si le hablara de los templarios y el arca de la alianza. Más que nada, porque le parecía increíble, con los cinco millones de parados que hay hoy, que entonces alguien pudiera tener dos trabajos.
Luego murió ese señor bajito de uniforme, y no pasó nada. Como ahora, que la crisis ha terminado y no nos hemos dado cuenta…
Un día aquí, y otro allí. Los españoles aguantamos cuarenta años quejándonos, o viviendo, pero nadie se atrevió a cambiar las cosas. Se murió el general, se juntaron los de siempre, los que habían ganado y los que habían perdido, y las cosas siguieron igual. No hubo revolución. Nos había costado mucho tener seiscientos como para ponerlo en peligro. Mi padre siempre me lo recordaba, cuando venía a casa a dormir la siesta:
"Hijo, en el 36 la gente era tan pobre que no tenía nada que perder. Por eso, cogía un fusil y se iba a ver qué pasaba. Pero hoy, tenemos neveras y la casa es nuestra. Nadie va a ponerlas en peligro".
Luego llegaron los BMW y los viajes al Caribe todo incluido, para variar del apartamento en la playa. Cosas del estado de bienestar por el que luchar, aunque sea pagando, que la mili ya era profesional. Hoy, incluso los parados tienen un smartphone en el bolsillo. Después de unos días acampados, hay que ir a cargarlo. O a sellar la cartilla del paro, para cobrar antes de echarse la siesta.
Aquí, después de tantas guerras y revoluciones, pasan las cosas y nos quedamos mirando para quejarnos mejor, y cuando nos queremos dar cuenta, estamos en una nueva era.
Eso hace que, menos la gasolina que se acaba, y los servicios a los que colarle una tasa para recuperar caja, también bajan los precios de lo que vendemos y compramos, y se va ajustando todo. En mi barrio los menús del día no bajaban de 12 a 20 euros. Hoy todos son de menos de 10, y muchos de hasta 6. El otro día me compré una camiseta en Lefties por 1,50 euros. No es cool, pero me mola.
Acepta que no hay dinero. Que nos lo hemos gastado entre todos, el que había, el que iba a haber y el que nunca llegaríamos a tener. Si hasta han tenido que hacer una ley para que se paguen las facturas. Yo creía que eso era lo normal y ya lo decía la ley.
Claro que los estados pagan a los bancos con lo que nos recortan. Pero es porque le están devolviendo lo que les prestaron, para aeropuertos y pisitos en la playa, y si no se lo devuelven, no pueden volver a dejárselo para pagar los intereses.
Si es como el Monopoly, de verdad. Cuando no hay más dinero, se acaba el juego. Mientras no se pongan los contadores a cero, no empieza la nueva partida.
Pero cuando juegas al Monopoly, al que gana no le llamas explotador. Le felicitas porque ha tenido suerte o ha jugado mejor. Tienes la sensación de que tú también hubieras podido. En cambio, en la vida real, al que juega sus cartas para ser emprendedor, y crear empleo, se le hacen todas las trampas posibles.
El otro día, escribí un tweet que tuvo cierto eco:
Incluso con la reforma laboral, cualquier empleado tiene más derechos y ventajas que un autónomo. Ya quisiera yo que me recortaran hasta tener esos derechos. Porque como digo, aquí se le hacen todas las trampas posibles al emprendedor, hasta la aberración de que el empresario, que crea empleos, está obligado a ser autónomo y tener menos derechos que sus empleados. Con o sin reforma... #esoesasí.
Y si gana dinero y obtiene beneficios, se le quita hasta el 45% o más, en impuestos, para pagar con ello por ejemplo el subsidio a los que no trabajan, y se le llama cabrón. Para que no se confíe.
Yo he tenido la suerte de conocer el pluriempleo y hasta de arruinarme dos veces. He aprendido con ello que lo que no me gane yo, no me lo dará nadie. Y que si me gasto más de lo que tengo, se acaba el juego. Por eso, para mí, la crisis ha terminado.
Cuando terminó de contarme, le dije: "Eso se llamaba pluriempleo. Mi padre era uno de esos pluriempleados. Por la mañana iba a su puesto de funcionario, y por las tardes daba clases en una academia."
Se me quedó mirando como si le hablara de los templarios y el arca de la alianza. Más que nada, porque le parecía increíble, con los cinco millones de parados que hay hoy, que entonces alguien pudiera tener dos trabajos.
Luego murió ese señor bajito de uniforme, y no pasó nada. Como ahora, que la crisis ha terminado y no nos hemos dado cuenta…
Un día aquí, y otro allí. Los españoles aguantamos cuarenta años quejándonos, o viviendo, pero nadie se atrevió a cambiar las cosas. Se murió el general, se juntaron los de siempre, los que habían ganado y los que habían perdido, y las cosas siguieron igual. No hubo revolución. Nos había costado mucho tener seiscientos como para ponerlo en peligro. Mi padre siempre me lo recordaba, cuando venía a casa a dormir la siesta:
"Hijo, en el 36 la gente era tan pobre que no tenía nada que perder. Por eso, cogía un fusil y se iba a ver qué pasaba. Pero hoy, tenemos neveras y la casa es nuestra. Nadie va a ponerlas en peligro".
Luego llegaron los BMW y los viajes al Caribe todo incluido, para variar del apartamento en la playa. Cosas del estado de bienestar por el que luchar, aunque sea pagando, que la mili ya era profesional. Hoy, incluso los parados tienen un smartphone en el bolsillo. Después de unos días acampados, hay que ir a cargarlo. O a sellar la cartilla del paro, para cobrar antes de echarse la siesta.
Aquí, después de tantas guerras y revoluciones, pasan las cosas y nos quedamos mirando para quejarnos mejor, y cuando nos queremos dar cuenta, estamos en una nueva era.
Una nueva era, que por mi parte, ya ha empezado. La crisis, ha terminado. Creo que cuanto antes lo aceptes y lo asumas, mejor te irá. Lo que hay es lo que ves, y durante mucho tiempo, será así. Pero cada uno que lo vea como crea.Ya no lo llames crisis. Eso es el periodo de cambio. Ahora es lo que hay. Aceptar trabajos que no queríamos ya. Cobrar sueldos que no recordábamos. Trabajar el doble o aceptar vivir con menos cosas que, realmente, no necesitamos.
Eso hace que, menos la gasolina que se acaba, y los servicios a los que colarle una tasa para recuperar caja, también bajan los precios de lo que vendemos y compramos, y se va ajustando todo. En mi barrio los menús del día no bajaban de 12 a 20 euros. Hoy todos son de menos de 10, y muchos de hasta 6. El otro día me compré una camiseta en Lefties por 1,50 euros. No es cool, pero me mola.
Acepta que no hay dinero. Que nos lo hemos gastado entre todos, el que había, el que iba a haber y el que nunca llegaríamos a tener. Si hasta han tenido que hacer una ley para que se paguen las facturas. Yo creía que eso era lo normal y ya lo decía la ley.
Claro que los estados pagan a los bancos con lo que nos recortan. Pero es porque le están devolviendo lo que les prestaron, para aeropuertos y pisitos en la playa, y si no se lo devuelven, no pueden volver a dejárselo para pagar los intereses.
Si es como el Monopoly, de verdad. Cuando no hay más dinero, se acaba el juego. Mientras no se pongan los contadores a cero, no empieza la nueva partida.
Pero cuando juegas al Monopoly, al que gana no le llamas explotador. Le felicitas porque ha tenido suerte o ha jugado mejor. Tienes la sensación de que tú también hubieras podido. En cambio, en la vida real, al que juega sus cartas para ser emprendedor, y crear empleo, se le hacen todas las trampas posibles.
El otro día, escribí un tweet que tuvo cierto eco:
"Sabes que eres autónomo cuando la reforma laboral te da envidia"Hubo a quien no le gustó, aunque aseguraba (vaya usted a saber si era mentira) que él era autónomo. Lo explico mejor:
Incluso con la reforma laboral, cualquier empleado tiene más derechos y ventajas que un autónomo. Ya quisiera yo que me recortaran hasta tener esos derechos. Porque como digo, aquí se le hacen todas las trampas posibles al emprendedor, hasta la aberración de que el empresario, que crea empleos, está obligado a ser autónomo y tener menos derechos que sus empleados. Con o sin reforma... #esoesasí.
Y si gana dinero y obtiene beneficios, se le quita hasta el 45% o más, en impuestos, para pagar con ello por ejemplo el subsidio a los que no trabajan, y se le llama cabrón. Para que no se confíe.
Yo he tenido la suerte de conocer el pluriempleo y hasta de arruinarme dos veces. He aprendido con ello que lo que no me gane yo, no me lo dará nadie. Y que si me gasto más de lo que tengo, se acaba el juego. Por eso, para mí, la crisis ha terminado.
Comentarios
Muy bueno el post, sobre todo lo del emprendedor. Hace dos meses intenté emprender y sólo el primer mes se me iban 5000€ entre impuestos y licencias. Así que decidí no emprender por ahora. Tendré que ahorrar más por si me arruino no tener que pedir a nadie.
Muy buen post! Saludos!
Ciertamente a todos nos gustaría poder acceder a subvenciones de cualquier tipo, pero quizás muchas de ellas nos son negadas porque ya disfrutamos de una posición tal que pretender una prestación sería abusivo.
Sin embargo no estás solo. Este mismo discurso que utilizas lo he enfrentado en varias ocasiones ... y en todas me ha parecido que carece de base.
Honestamente ... ¿te parece que ser trabajador es más ventajoso? ... si es cierto nada más facil que abandonar tu negocio y entrar en ese maravilloso mercado laboral que dibujas ... en otro caso deberías reflexionar sobre lo que expones en esta entrada.
Lo cierto es que un empleador (sea carbón o no) afronta un riesgo en busca de un beneficio. Poder evadir el riesgo sin renunciar al beneficio sería fantástico, sin duda, pero irreal ... ese riesgo alguien lo tiene que afrontar, parece justo que sea quien aspira al beneficio.
un saludo,
Si, rotundamente, ser trabajador es más ventajoso. Por eso en España hay pocos emprendedores y tantos funcionarios.
Te devuelvo la pregunta: si es mejor emprender, por qué la mayoría busca un contrato fijo?
Y tú lo has explicado muy bien. El principal incentivo, es el benefício. Si no es suficiente, me voy a otro lugar, me guaro el dinero o, efectívamente busco trabajo y que invierta otro.
Un saludo.
Lo que mas me sigue gustando de los articulos de J es que dice lo que piensa... lo que piensa él y lo argumenta buscando otros puntos de vista contrarios y refutandolos. Esta vez no se si es exactamente así pero por ahí van los tiros.
Llevo tantos años en el mundo financiero dentro de los mercados nacionales y globales que debo estar empachada del tema crisis. Así que prefiero no opinar porque hay teoria para todo y para todos.
Lo que sí sé (o creo) es que cualquier sistema de confianza empieza a desmoronarse cuando empiezan los abusos a esa confianza. Y este sistema se está desmoronando hace mas tiempo de cuando se ya se hablaba de crisis. Estoy con los que piensan que no hay vuelta atrás. Dependerá de lo profundos que sean los cimientos con los que se construyó y lo que quede en pie, cuando se caiga del todo, para ver si podemos reconstruir encima o se empieza a crear un sistema nuevo.
También creo que somos asalariados o emprendedores a veces mas por vocación (o personalidad) que por beneficio. Cada día estoy mas convencida de que nadie está donde no quiere estar. Igual puede moverse poco, pero ese poco... se moverá.Pero lo que mas nos gusta es quejarnos de lo mal que estamos nosotros y lo bien que se lo ponen al de al lado.
La idea no gastarse mas de lo que uno tiene siempre es buena pero la de invertir en futuro (con mas o menos riesgo) también lo es. ¿Tenemos suficiente confianza para hacerlo? ¿si? ¿no? ¿Nos moveremos? ¿Hacia donde? La crisis se ha acabado... ¿Empieza el periodo de confusión antes de la calma? Miedo me dá...
No sé escribir de otra forma aquí. Esto es un blog personal, en otros blogs donde escribo por encargo, quizá sea más políticamente correcto, pero aquí no tendría sentido.
Tu opinión, como siempre, me importa e interesa, especialmente en temas económicos que son tu especialidad.
De todas formas, este post es un poco rebuscado y ataca a muchos temas de fondo, sobre las posibilidades reales de futuro, la revolución que jamás ocurrió en España y no creo que llegue nunca mientras sigamos queriendo dormir la siesta.
Y efectivamente, estoy contigo, las motivaciones de un emprendedor van más allá de ganar dinero, porque si fueran esas, se irían a otro país con su inversión, o comprarían pisos... oh, wait!
Un saludo.
J
Son muchos patrones que veo que sobre todo vienen determinados por el ánimo y la actitud de las personas.
Creo que discutir sobre si es mejor una cosa u otra viene con un "depende" por delante, sobre todo depende del tipo de persona que seas. Si eres un culo inquieto, el ser asalariado te hace sentir que te cortan las alas, pero también tienes que hacerle frente a la incertidumbre de que si te montas un negocio, éste puede fallar y perder tu dinero (que nunca tu tiempo, porque sirve para el siguiente).
Y el envidiar la reforma laboral ya sí que no estoy para nada de acuerdo: Todo aquello por lo que han luchado nuestros padres, en mejora de la calidad de vida, está yendo hacia atrás a pasos agigantados. El problema de este país son todas las trabas que te ponen para iniciar un negocio y las inversiones iniciales que te obligan a arrancar un negocio.
Un saludo!