Adoro las palabras. Disfruto abriendo la caja de las letras y montando el mecano de las palabras. Es lo único realmente mío, y es lo único que cuanto más gasto, más acumulo. ¿Como voy a ahorrar palabras, si puedo hacer que ganen interés al invertirlas adecuadamente?
Las amo y son las únicas que siempre están dispuestas a besar mis labios. Aunque a veces se resistan a salir de ellos. Otras veces, puedo acariciarlas, despacio, y hacerlas crecer con la tinta de mi corazón sobre un papel.
Son mis mascotas. Me hacen compañía cuando nadie más lo hace. Yo las cuido y ellas me entretienen, me divierten y a veces, me hacen llorar si se vuelven contra mi. No sería la primera vez que me contestan con arañazos.
Mis palabras siempre me pertenecerán o serán de quien yo quiera. Puedo envolverlas y enviarlas como regalo, y también puedo usarlas como un escudo. Basta decir basta. Incluso, puedo usarlas como puñales. Os contaré un secreto. De pequeño era una piltrafa. Cualquiera podría darme una buena paliza si quisiera, así que aprendí el poder de las palabras. Ellos podían tumbarme de un puñetazo, pero yo siempre sabría de dónde procedía, y cuánto duraría el dolor. Así que yo esgrimía sólo palabras. Las lanzaba afinando la puntería sabiendo que tarde o temprano, harían efecto. Mi ojo morado volvería pronto a ser el mismo, pero alguno tardaría años en superar las verdades que escuchara. Y si me esforzaba, probablemente él ni se diera cuenta hasta que en su soledad, comenzaran a escocer al recordarlas. Ahora ya conoces mi punto débill.
Odio a quien malgasta ese tesoro como quien tiene un agujero en el bolsillo por el que pierde las monedas. Desprecio a quien lo ensucia convirtiéndolo en sandeces y confinaría a la cárcel del silencio a quien roba las palabras que otros han cultivado.
Comprendo a quien no necesita alimentarse del verbo, y siento indulgencia por quienes simplemente, no tienen palabras. Si es necesario, ya sabré yo cuáles escoger mirándole a sus ojos como a un libro abierto.
Quedarme mis palabras para repartir sería egoísta. Tal vez no las necesites, pero aquí las tienes. Puedes hacerlas jugar con las tuyas, o guardarlas en un cajón de la memoria para cuando las recuerdes. Puedes incluso ignorarlas, que ya el viento sabrá hacia donde llevarlas. A mí se me acumulan y si no las dejara salir comenzarían a dar vueltas y vueltas hasta perder el sentido. El suyo, y el mío.
Son sólo 28 letras combinadas. No tengo mucho más que ofrecer, pero siempre que las necesites, serán tuyas.
("Palabras más, Palabras menos" también es el título de una canción de Los Rodríguez)
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Un abrazo.
Bs.
J.
M.