Algunas veces en los foros de publicidad alguien que empieza pregunta cómo y cuánto debe cobrar por su trabajo. Siempre hay quien le recomienda que valore sus equipos y gastos generales, calcule lo que tarda en hacer un trabajo y deduzca el coste por hora.
Nosotros siempre hemos estado en contra de ese sistema de valoración y ni lo aplicamos ni lo aceptamos a los proveedores. ¿Las razones? Veamos.
Si se tratara de una actividad industrial al estilo del siglo XIX en la que un operario con un sueldo "X" tiene una función muy determinada y mecánica, vulgarmente conocida como "apretar tuercas", y los materiales y maquinaria tuvieran perfectamente definidos sus costes, podríamos saber cuánto cuesta producir exactamente una anuncio. Seríamos churreros.
Pero nuestro trabajo implica muchos factores diferentes de difícil valoración: formación inicial, formación contínua de actualización de conceptos y programas, estudio de cada caso a medida, creatividad y proceso intelectual, experiencia (fundamental) e incluso unas dosis de intuición.
Las inversiones en sofware y hardware, seminarios, etc, son constantes, el tiempo empleado en reuniones de briefing, brainstormings con clientes, etc es inmenso...y cada caso es diferente al anterior. ¿Cómo valorar entonces todo por igual?.
Pero la razón definitiva que nos lleva a renuciar al concepto de horas trabajadas es básica: Si a dos creativos se les encarga el mismo trabajo, y uno de ellos es muy bueno, mientras que el otro es muy malo...¿Cuál tardará más y por tanto cobraría más? Menuda paradoja.
Pero es más, la urgencia es un componente habitual de los encargos, y si hemos de valorar menos un trabajo realizado en tiempo récord, utilizando para ello todo nuestro potencial, que otro en el que podemos emplear horas indeterminadas resultaría, a todas luces, injusto.
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